domingo, 27 de junio de 2010

PEDAGOGÍA DE LA TERNURA


Para hablar de la Pedagogía de la ternura de Marie Pousepin es preciso saber a qué ternura nos referiremos.

Muchos autores coinciden en definir la ternura como un sentimiento siempre nuevo, que sabe maravillarse, que se ofrece sin imponerse, que se da sin esperar retribución, que transforma lo cotidiano o rutinario en una experiencia única. Es el tinte positivo de lo que hacemos y vivimos: es dar suavidad, dulzura, transparencia y novedad a cuanto hacemos. Es la expresión de la persona generosa, apacible, ingenua que respeta las diferencias y sabe aceptar lo que la rodea, sin amarguras ni resentimientos.

Si recorremos la historia de Marie Poussepin, encontramos todas estas características en su Proyecto de Caridad:

- Sabe maravillarse y dialogar sencillamente con Dios: "La oración es una conversación familiar con Dios". Es la experiencia de su vida, de la continua conversación con El.

- Se ofrece sin imponerse: la conmueve el dolor ajeno, para encontrar allí a Jesucristo encarnado en el enfermo y el ignorante.

- Toda su vida fue un continuo dar con liberalidad sin esperar retribución alguna.

Recordemos a manera de ejemplo:

- La decisión tomada en el taller de Dourdan: no emplear niños, sino jóvenes, como aprendices y reconocerles económicamente su trabajo.

- El cuidado que tuvo con Marie Oliver en el invierno 1696 - 1697.

- Las respuestas a las necesidades de las niñas de Sanville, "donde la pobreza y la ignorancia eran grandes".

La lectura atenta de los Reglamentos de Sanville, puede ayudarnos a ver cómo
para ella la fuerza de su Pedagogía estaba en la ternura, aconsejada especialmente a las Hermanas:

"No olvidéis que no podéis estar jamás lejos de la mirada de vuestro Dios..." nos dice en las Reglas Generales. Esa mirada bondadosa de Dios Padre debe llenar nuestra mirada de ternura y amor hacia los demás.

Así podremos dar a nuestra vida un entusiasmo impregnado de la novedad de nuestra experiencia de Dios. Continúa ella: "El está aquí como allí y lo encontraréis con la misma facilidad que en casa, si allá lo buscáis con la misma fidelidad". ¿No nos recuerda esta expresión lo dicho por Jesús en el diálogo sostenido con la mujer Samaritana? "...Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad". Jn. 4,23

La ternura es el tinte positivo de lo que hacemos y vivimos: la espera paciente de la hora de Dios en la búsqueda incansable de su voluntad, es admirar lo bello de la vida.

Con la ternura se transforma lo cotidiano y rutinario en una experiencia única.
"Conservad la presencia de Dios en todas vuestras acciones y para esto habladle a menudo, hablad a menudo con El, y renovad frecuentemente la intención de hacerlo todo para su gloria".

Otra cualidad de la ternura es dar dulzura a nuestros actos. Nos dice Marie Poussepin: "Sed dulces en vuestras palabras. Estad llenas de caridad para con vuestras hermanas. Tened mucha ternura y vigilancia con las niñas que educáis: tratad de haceros amar".

¿Cómo no reconocer su ternura, cuando al hablarnos de ascesis la adapta a las necesidades de cada una: "sed constantemente mortificada en la medida de vuestras fuerzas?" No es solamente esta expresión la que nos habla de la ternura que abrigaba en su corazón. Podemos aquí hacer alusión a algunos textos de los Reglamentos de Sainville:

- En el Capítulo XIV cuando habla sobre la recepción de las postulantes y novicias dice: "Es preciso... que tengan afecto por la instrucción y la educación de las personas de su sexo y por el cuidado de los pobres enfermos" Regí. XIV párrafo 2

En cualquier lugar en que se encuentren las Hermanas se distinguirán por señales de benevolencia, de estima...". Regí. XIV, último párrafo.

"Ser dulces sin debilidad, firmes sin dureza" (R.G.) requiere buena dosis de una ternura exquisita y equilibrada. Por eso, entre las cualidades que exige Marie Poussepin a las maestras está la dulzura al lado de la paciencia, la modestia, la humildad, la caridad y una buena preparación pedagógica.

- A la superiora recomienda: "Aclarará sus dudas. Hablará a menudo en particular con sus hijas". Rgl. XVII, Párrafo 14

"La superiora se portará con mucha prudencia cuando se trate de reprender. Se guardará de emplear los remedios para todos los males en que puedan caer. Tendrá mucha atención de no aplicar hierro y fuego en donde no se trata sino de una ligera enfermedad". Rgl. XVII Párrafo 14.

"Los corazones se abren fácilmente a una persona que sabe amar". Rgl. XXII Párrafo 6.

"No es preciso que una Maestra de Novicias diga todas estas cosas a la vez, basta que ella les enseñe unas después de otras, según vea que son capaces". Rgl. XIX párrafo 6.

Para ninguno de nosotros es desconocido el hecho de que, tanto sus Reglamentos como las Reglas Generales, fueron escritos después de cuarenta años de vivirlos" para el bien público, la instrucción de las pobres niñas del campo y el cuidado de los enfermos..." y que desde entonces "las Hermanas se ocupan de la asistencia espiritual y corporal de las personas a quienes la ignorancia y la enfermedad hacen dignas de compasión". (súplica agradecida. Reglamentos).

Muchas de estas citas no hablan de forma explícita de la ternura, pero ésta subyace en el fondo de esa actitud positiva, respetuosa, comprensiva, atenta a las necesidades de cada una.

- Sería interminable citar detalles, transcribir textos que nos hablen de la ternura de Marie Poussepin como pedagogía para el logro de sus objetivos. Preguntémonos ahora:

- Cuando al preparar nuestros alumnos la fiesta de Marie Poussepin, leen y aprenden de memoria las Reglas Generales, pueden decir que somos los continuadores de su pedagogía?

- ¿Tenemos miedo de perder nuestra autoridad, cuando acogemos con cariño al que llamamos rebelde?

- ¿Manifestamos el afecto, con gestos que expresen nuestra ternura, cuando un joven llora, está inquieto o nos interroga?

- ¿Cuántos resentidos, se han forjado por nuestra falta de cercanía, de afecto, de acogida hacia ellos?

- Marie Poussepin nos dice que no creamos que estamos dispensados de nuestro deber de educar, porque no estamos suficientemente preparados. Muchas veces nosotros ¿no nos amparamos bajo este pretexto, y nos negamos a escuchar a nuestros alumnos, para poder orientarlos?

- ¿Consideramos pérdida de tiempo atender a nuestros alumnos con dedicación, delicadeza y ternura?

- ¿Cuando evaluamos a nuestros educandos académica o disciplinariamente, ¿tenemos en cuenta la ternura o el rigor, nuestra sensibilidad herida o el deseo de orientarlos con cariño?

- ¿En nuestra labor de educadores la pauta que seguiremos es la de la ternura? ¿Sabemos acariciar al niño que llora, al adolescente que espera una actitud nueva de nosotros, al padre que nos habla de los problemas de su hogar?

- Finalmente, ¿oramos por nuestros alumnos, como Jesús oró al Padre por sus discípulos y les enseñamos a orar como lo recomienda Marie Poussepin cuando dice: "Les enseñarán también ¡a manera de orar bien, de tratar con Dios?".

El padre misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad, que nos entregó a su propio Hijo; Jesús el único Maestro, que acoge a los niños y pide que los dejen acercarse a El, fortalezcan nuestro espíritu, para hacer de la Pedagogía de la ternura de Marie Poussepin, la pedagogía propia de la Presentación.


Provincia de Santafé

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