domingo, 27 de junio de 2010

PEDAGOGIA DE LA FIRMEZA, A LA LUZ DE LAS REGLAS GENERALES DE MARIE POUSSEPIN

En el ayer y en el hoy de la Congregación se habla de un pensamiento educativo, de un espíritu Pedagógico, revelación de la identidad de Marie Poussepin que ha enmarcado la teoría y la praxis y la ha introducido en presencia y servicio Evangelizador.

Hablar de pedagogía de la firmeza es hacer referencia al carácter de esencialidad y solidez que ha cimentado y asegurado la vigencia en el tiempo de un proceso generador de personalidades con caracteres estables, seguros, definidos, fuertes, que no mueren ni vacilan pero que se manifiestan en entereza, fuerza moral y certeza de una identidad familiar impronta de mil generaciones.

El compromiso educativo de Marie Poussepin en su tiempo y en el hoy de la Congregación se apoya, se fundamenta y se fortalece en su carisma sólido, en un acontecer divino en su persona y en su obra que es la Congregación, en donde se asume la vida como misión y acción creadora que genera, salva y libera.

La Pedagogía de la firmeza en Marie Poussepin es personalizante, liberadora, trascendente, conduce con sabiduría el corazón de las personas y garantiza un potencial capaz de sortear los abalares del mundo cambiante, utilitarista y efímero. El gran reto de esta pedagogía es sortear la virtud que impulsa la voluntad a no renunciar al bien aunque sea arduo y difícil, resaltando las dimensiones del pensamiento educativo.

Cuando Marie Poussepin en sus reglamentos Cap. XXVII determina las virtudes que debe tener la Hermana de la Presentación enviada para el desempeño de esta misión dice: "Deben ser humildes, caritativas, fervorosas en la piedad, dulces, pacientes, modestas, prudentes y ejemplares", está hablando para hoy en el contexto de un mundo que no entiende sino bajo la ley del amor, síntesis de justicia y verdad y, como decía San Agustín de Hipona, "Ama y haz lo que quieras".

Cuando en sus reglas escribe:

"Sed dulces sin debilidad, firmes sin dureza, graves sin altivez y corregid sin cólera".

"Haceos amar y respetar al mismo tiempo"

"Obrad dulce o severamente según la necesidad"

"Jamás desfallezcáis" ante las dificultades por grandes que estas sean"

Estaba adelantándose la visión de una Constitución Colombiana que exige un Educador plenamente humano, sólido en criterios y con una realización plena de vocación. San Juan Bosco decía: "Vuestra vocación de educador es un Don; sed firmes en los principios pero suaves en las formas".

La humanidad no aprende por marcos referenciales solamente sino con la experiencia de una comunicación que según Kolberg en el libro "El sentido de lo humano" explícita: "El maestro es un signo para los demás".

La firmeza no puede concebirse como una actitud aislada en la estructura del ser humano, es una realidad inherente fruto de un proceso de interacción de todas las potencialidades que dan sentido, integran y unifican la propia vida haciendo que la persona logre ser el timonel de la propia existencia aceptando su condicionalidad.

Así la firmeza, sinónimo de dureza, es el reflejo de una personalidad que atrae por la seguridad de brindar lo diferente en un mundo inconsistente y frágil; lo diferente por las convicciones, principios y sensateces vividas en la eventualidad de lo cotidiano. Lo diferente porque se es Agente Evangelizador que experimenta en su interioridad la realidad del surgimiento de Jesucristo, su cercanía capaz de cambiar el corazón humano a pesar de las flaquezas.

Es la capacidad de concertación que traduce con su obrar el "Todos nos hacemos" "Todos nos construimos". Es un compromiso para adoptar un serio respeto por las diferencias que contrastan pero enriquecen.

Hablar de la pedagogía de la firmeza es constatar al interior del ser mismo del educador la experiencia de la Apertura, la visión y la sabiduría capaz de transcender en una sociedad donde impera la represión de un país subdesarrollado con modelos prefabricados; en un facilismo que supedita a la implantación del tener como valor absoluto en una sociedad marcada por la violencia que crea siempre la falacia materialista.

Es por eso que necesitamos una definición muy clara de nuestra vocación de Docentes para una generación post-moderna. Toda persona desde su nacimiento inicia la configuración de una estructura con conciencia, base de las interrelaciones existenciales, cognoscitivas y de dominio consigo mismo, con Dios, con la naturaleza, con la sociedad y con los saberes nacionales que la circundan.

El individuo realiza las transformaciones autónomas de la estructura de conciencia, en un lapso que va desde el nacimiento hasta más o menos los veinte años cuando la diferenciación culmina y se alcanza el estado estacionario de no equilibrio y el orden por fluctuación

Esa es la etapa de la vida que está en nuestras manos.

Por eso repito es fundamental la apertura y la visión para lograr que la persona descubra a través de la Hermana de la Presentación Educadora los valores conjugados con su saber pedagógico.

Hoy se habla de corrientes, Pedagogía e ideologías, no son un cuerpo dogmático que admita una sola y única interpretación.

Cabe señalar como principio fundamental que los seres humanos en comunidad construyen ideas sobre el mundo, las cuales evolucionan y cambian; así mismo que todas sus elaboraciones en todos los tiempos y lugares, han servido para regular las relaciones todas ellas con sus metas.

Podría señalarse que echa mano de un eclecticismo racional, dado que no crece en las verdades absolutas.

No debe llamar extrañeza que en la Comunidad Universal existan diferentes tendencias, posturas y definiciones que aunque son variedad como decíamos anteriormente son también riqueza porque contribuyen a nuevos y mejores procesos para concebir el desarrollo humano y por ende sus criterios, sus valores, sus proyecciones.

Esto exige una firmeza de carácter por parte de la Hermana de la Presentación que al adoptar su Pedagogía amplia y universal está contribuyendo significativamente a la construcción de una sociedad pluralista, tolerante y fundada en el reconocimiento del otro; de las ideas, de las alternativas y de la aceptación de las disidencias ideológicas capaces de asumir la pluridimensionalidad del mundo contemporáneo. Esto no implica ceder a lo esencial y substancial de la Evangelización sino saber integrar el binomio razón y corazón. Es la firmeza que necesitó Marie Poussepin para no renunciar en la vida a ser Dominica. Si debe partir de los valores que viven y experimentan los seres humanos ¿Qué claridad y orientación dará a los mismos? Y si está fundamentado en el pensamiento de Marie Poussepin, se nos replantea todo un estilo de formación para la Hermana Educadora que ha de vivir en el Realismo, la Prudencia, la Profundidad Espiritual, la Sencillez, el abandono de Dios, el Equilibrio, la Responsabilidad, el Amor a los pobres y la Ubicación en el Contexto de un Tercer milenio.

¿Qué pedagogía espiritual se evidenciaría?

¿Qué métodos consecuentes a ella?

Me atrevo a asegurar que hay tantos métodos como Hermanas de la Presentación hay en el mundo.

Bien dicen notables figuras de la Pedagogía, Piaget, Vigosky, Humberto Eco, que nuestra vida debe adquirir nuevas formas de "Ver, pensar, evaluar, sentir" para que, sin olvidar lo esencial, el mundo no nos abandone ya que nuestra razón de ser está en Dios y en el mundo.

Nuestro mundo requiere Educadores fíeles a Dios y al Hombre.

La fidelidad a Dios es la fidelidad a la misión. La fidelidad al hombre es la fidelidad al proyecto de Dios en cada persona.

Una educación de la Presentación ha de tener la sabiduría de esa doble fidelidad.

Y sólo la firmeza nos permite permanecer aunque fuerzas contrarias nos inciten a claudicar.

Provincia de Bucaramanga

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