"La comunidad mirará siempre como uno de sus principales deberes la instrucción y educación de la juventud (R.XXVII)".
Desde esta sabia advertencia, leemos el hecho educativo que desde mediados del siglo, ha sufrido un progresivo desplazamiento de la axiología, la ética, la concepción del hombre, por parte de las nuevas técnicas de comunicación.
Actualmente una cultura entre moderna y posmoderna y en este clima nos corresponde educar. Aunque no construyamos nuestro sistema educativo sobre los fundamentos de la postmodernidad, sí estamos actuando en su ambiente físico, analógico y cultural. Si bien no podemos asimilar pasivamente esa cultura , tampoco debemos ignorarlas, sino colocarnos críticamente frente a ella, invitando a educadores y educandos a juzgar y discernir los valores que merecen ser vivenciados y los que pueden comprometer su formación.
Entre los desafíos de Puebla destacamos: "La realidad educativa latinoamericana nos interpela por la exclusión de mucha gente de la educación escolar; nos interpela por la crisis de la familia, la primera educadora, por el divorcio existente entre el Evangelio y la Cultura; por las diferencias sociales y económicas que hacen que para muchos sea onerosa la educación católica. Nos interpela también la educación informal que se recibe a través de tantos comunicadores no propiamente cristianos". (Cf. Sto. Dgo. 267)
El Ministerio de Educación Venezolano, Prof. Antonio Luis Cárdenas en el IX Plan de la Nación dice: "La educación Venezolana ha devenido en un gigantesco fraude con respecto a las expectativas que el país ha colocado en ella en cuanto a instrumento de democratización, de progreso y de modernización de la sociedad". La educación no es un problema más, es el problema del país. Lo que de verdad importa es una educación total y de calidad, porque el recurso humano es lo que cuenta, los cerebros, las manos y los corazones. Esto es lo que hace grande a un país y satisface a su gente.
Visión Actual de esta Pedagogía. Hoy la desigualdad se expresa fundamentalmente en tres grandes bloques: la desigualdad socioeconómica, la desigualdad de género (hombre-mujer) y la desigualdad de raza.
1. La desigualdad Socioeconómica: se está profundizando cada vez más tanto a nivel de países (bloques Norte y Sur) como entre las diferentes capas sociales de un país. En Venezuela, cada vez es más grave la brecha entre un grupito de privilegiados y las mayorías empobrecidas y el creciente sector de los que sobreviven a duras penas.
En este contexto de desigualdad descarada y ofensiva hay que estar muy consciente de que el llamado a una pedagogía de la igualdad no sirve para justificar y mantener las desigualdades de hecho que existen en la sociedad. Tratar a todos los alumnos por igual, en una realidad descaradamente desigual, es seguir favoreciendo a los privilegiados (si yo le doy dos al que tiene ocho y le doy dos al que tiene tres, estoy manteniendo la desigualdad). En este sentido, una educación en y para la desigualdad supondría privilegiar a los que menos tienen y están en situación de inferioridad. En este sentido, la escuela debería privilegiar a los desfavorecidos tratando de dotarlos de los recursos y oportunidades que no tienen en sus hogares y que sí tienen los más favorecidos. (En este sentido), los Colegios que trabajan con personas empobrecidas deben procurar la misma calidad educativa e incluso mayor que aquellos que trabajan con personas más privilegiadas. Esto debe hacerse patente en la dotación del personal y recursos tanto económicos como humanos.
2. Desigualdad de Género: nuestra cultura es profundamente machista. Esto es evidente. En situaciones extremas, la mujer ha quedado relegada a mero objeto sexual y de reproducción. Está muy interiorizada la mentalidad que considera a la mujer como un ser inferior. A pesar de que últimamente hay más profesionales universitarias mujeres, es mínimo el porcentaje de mujeres que ocupan cargos directivos. Y siguen siendo bien pocos los hombres que ayudan a las tareas del hogar. La mentalidad machista ha sido con frecuencia asimilada por muchas mujeres que se convierten en las principales reproductoras de dicha mentalidad. De hecho, muchos juicios, creencias e imágenes mentales que atribuyen características específicas a cada sexo no se fundamentan con frecuencia en explicaciones de tipo biológico. Estas actitudes se consideran por lo tanto culturales y se llaman de "género", para distinguirlas de los que son propiamente biológicas.
La socialización de los géneros masculino y femenino se inicia en la misma familia: de las niñas se espera que sean sensibles, tiernas, comprensivas, mientras que de los niños se espera que sean extrovertidos, valientes, firmes en sus convicciones. Hasta la fecha no se ha determinado que estas cualidades sean propias de un determinado sexo, pero la gente las ve como naturales en uno y como raras en otro. La escuela, a su vez, continúa educando de manera diferente a niños y niñas mediante mecanismos invisibles (de los cuales no siempre somos conscientes) que contribuyen a reforzar la desigualdad de los sexos y a legitimar creencias que imperan en la sociedad. Estas funciones ocultas del sistema educativo se pueden manifestar de diversas formas como, por ejemplo, en algunos textos, las ilustraciones privilegian el rol de esposa o madre para la mujer y al varón se le ofrecen modelos de identificación más variados y hasta observamos que su rol en la familia es intrascendente. De un modo semejante, en los cuentos y relatos se observa que los niños con frecuencia son protagonistas mientras que las niñas cumplen papeles secundarios. La historia es prácticamente una historia masculina, de héroes y guerreros. La mujer entra como complemento del hombre, pareciera que su importancia estriba no en ser mujer, sino en ser la mujer de determinado hombre. Los ejemplos podrían multiplicarse. El mismo modo de enseñar a actuar como mujer está plegado con frecuencia de estos estereotipos.
3. Raza: El racismo es muchísimo más común de lo que creemos y aceptamos. La palabra "Indio" o "Negro" se usan con frecuencia como insultos, una aproximación al análisis de los personajes de las telenovelas, la excesiva admiración a los ojos azules o al cabello rubio, expresiones como "tiene el pelo malo" o los estereotipos de las reinas de belleza y las madrinas escolares, nos evidencian lo penetrados que estemos de actitudes racistas, aunque estamos prestos a declarar que no lo somos.
Educar para la igualdad supone educar para una valoración de las personas sin importar su ascendencia, lugar de origen, color de piel, o cualquier otro elemento físico o cultural que nos hace diferentes pero nunca superiores o inferiores. Para trabajar en la escuela este problema, se puede partir del análisis de las expresiones o actitudes de racismo que existen a nivel local y mundial, explicar el origen del racismo a partir del contexto histórico, y analizar las expresiones de sobre valoración de alguna raza (la europea, norteamericana) en particular.
Pistas de Actualización Educativa.
Los fundamentos de la Educación Popular y las enseñanzas de Marie Poussepin nos proporcionan elementos esenciales para llevar adelante esta pedagogía de la igualdad en nuestras Obras Educativas.
La Educación Popular traza algunas metas que podríamos resumirlas en una sola: Preparar y participar políticamente a los hombres de la nueva sociedad. Hombre cuyas características personales serán la creatividad, la capacidad crítica, la solidaridad y la inconformidad activa frente a la injusticia. Así, en lugar de formar "hombres de orden", formemos hombres para el cambio.
Los educadores nos preguntamos:
- ¿Pregonamos las maravillas de la democracia en unas relaciones escolares casi dictatoriales?
- ¿Cuántas veces sólo aceptamos aquel tipo de crítica que esté de acuerdo con nosotros?
- ¿Por qué le pedimos a los educandos que sean creativos en un clima escolar ganado por el fastidio, la rutina o la repetición?
Estamos llamados a vivir las recomendaciones pedagógicas de Marie Poussepin, "Tened mucha ternura y vigilancia respecto de las niñas que educáis. Tratad de haceros amar y respetar al mismo tiempo. Sed dulces sin debilidad, firmes sin dureza, graves sin altivez, corregid sin cólera." (R.G.) A través de:
- Un trato amable y comprensivo que no cansa al educando, sino que le hace sentir un ambiente de confianza.
- Relaciones horizontales que proporcionan el diálogo sencillo sin autoritarismo.
- Escucha de sus reclamos frente a la injusticia y de sus cuestionamientos frente a nuestras actitudes.
- Reconocimiento de los valores personales, sin propiciar la competitividad que subvalora y margina.
El hombre nuevo es el principal motivo y objeto de la Educación Popular. Partir del hombre real y no del que soñamos es nuestro primer paso. Partir de lo positivo y plantearnos los rasgos negativos como reto a superar, de tal forma que asumamos a la persona como ser histórico, capaz de mejorar, de recrearse y de crear con los demás la historia del mundo que lo rodea.
Los educadores nos preguntamos:
- ¿Cómo pensar en el hombre nuevo, en una sociedad bombardeada por el flagelo de la injusticia y la opresión?
- ¿Qué puede dar un educando que se forma al margen de los acontecimientos de la historia que lo rodea?
- ¿Les enseñamos a los educandos á leer la realidad, decir su palabra y escribir la historia de su liberación?
Marie Poussepin nos dice: "No demostréis menos amor a los pobres que a los ricos y sobre todo tened una gran preocupación de edificar igualmente el alma de unos y otros por vuestras palabras y vuestros ejemplos "(R.G.)
Como seguidores de Marie Poussepin estamos comprometidas a:
- Una educación sin preferencias ni exclusividades, tratando a todos los educandos como hijos de Dios, sin hacer prevalecer su clase social o su posición económica.
- Capacitación mediante la educación para el trabajo, como medio de sostenimiento de las clases menos favorecidas.
- Participación de los educandos en los organismos de la Comunidad Educativa, afirmando el sentido de pertenencia y de corresponsabilidad.
- Formación religiosa que mira los acontecimientos a la luz de la palabra y celebra los momentos especiales de la familia y del educando en un ambiente de fiesta y en igualdad de condiciones para todos.
Necesidad de esta Pedagogía. Somos conscientes que debemos superar nuestra actual sociedad capitalista que como estructura socioeconómica se fundamenta en la competencia, el individualismo y en la explotación del hombre por el hombre.
La sociedad del futuro que buscamos será tanto más valiosa y auténtica cuanto más favorezca "el desarrollo integral de la persona humana, el compromiso comunitario, la comunión fraterna y dialogante y el proceso de la participación popular" (Puebla).
La ley orgánica de Educación de Venezuela (Art. 3), nos dice: "La Educación tiene como finalidad fundamental el pleno desarrollo de la personalidad y el logro de un hombre sano, culto, crítico y apto para convivir en una sociedad democrática, justa y libre, basada en la familia como cédula fundamental y la valoración del trabajo; capaz de participar activa, consciente y solidariamente en los procesos de transformación social".
Debemos tener presente las principales expresiones de la postmodernidad, al tratar de la Pedagogía de la Igualdad. Porque educar en la posmodernidad es:
- Educar en un ambiente relativista: relativo del ser, de la razón y del valor.
- Educar en un estilo de vida centrado en el presente, en el momentáneo y en lo cotidiano.
- Educar en una generación sociológicamente individualista, hedonista y narcisista.
Educar para la igualdad equivale a educar para la justicia, la defensa de los derechos humanos y la solidaridad. Esto implica poner a los alumnos en contacto con la pobreza y el modo de vida de los marginados, analizar las causas y consecuencias de la miseria, tratar de ver la vida desde sus ojos (ayuda mucho poner a los alumnos en las situaciones en que deben vivir los demás para preguntarles cómo obrarían ellos), de modo que puedan comprometerse en una vida enfocada a buscar estructuras más justas, humanas y cristianas. Todo el curriculum, las actividades escolares, la organización... , debe estar penetrado de los valores que se buscan. Las materias de Sociales y Educación en la Fe deben replantearse desde la perspectiva de buscar un mundo levantado sobre genuinas bases de igualdad. Los estudios de casos, análisis de noticias y propagandas, comparaciones de sueldo y ganancias (hay personas que gastan en una fiesta o un vestido el salario de varios años de un obrero), contribuyen en buena medida a crear una conciencia orientada a la justicia y la igualdad. Educar en y para la igualdad supone, además, educar en y para la austeridad, el uso adecuado de los recursos, la ecología (en el mundo no soporta la cultura del derroche), la producción humana y la solidaridad.
Educar en y para la igualdad supone, en primer lugar, identificar los diferentes estereotipos de hombres y mujeres a los que nos hemos acostumbrado. Para ello, los docentes deben comenzar por hacer conscientes sus propios supuestos y esquemas sexitas en la vida y en la escuela. Mediante sociodramas o simulaciones se pueden mostrar para analizarlos, distintos tipos de familia donde la mujer asume un papel meramente sumiso y aquellas donde los trabajos del hogar y las decisiones se toman democráticamente. En esta misma línea se pueden analizar publicidades, revistas, programas de televisión, historietas, cuentos para ver qué valores identifican y promueven a la mujer. Hay que evitar describir a las mujeres por sus atributos físicos, y a los hombres por su profesión e inteligencia. Ni qué decir que es imprescindible trabajar con los padres sobre la necesidad de implicarse en la educación de los hijos y las hijas y en las responsabilidades de la familia y el hogar.
Si bien es cierto que la escuela no va a cambiar la sociedad es evidente que puede reafirmar o constatar valores dominantes que no promueven la igualdad, la justicia y el respeto a los demás. Hacer explícito el "curriculum oculto" de un sistema educativo puede ser un paso importante en la búsqueda de un modelo de sociedad democrática y cooperativa en la que las mujeres puedan lograr su autonomía y los hombres puedan sentir que no solo en ellos recae la responsabilidad de construir un futuro. Educar en y para la igualdad supone, como ya apuntamos, educar en y para unos determinados valores. Para ello, no basta proclamarlos, desearlos o proponerlos, ni decir que los queremos.
Es un reto que enunciamos, y debemos asumir una actitud reflexiva, crítica y radicalmente opuesta, a todo aquello que refuerza los antivalores que queremos evitar. En esto hay que ser muy coherentes y evitar que por un lado vayan nuestros discursos y proclamas y por el otro el lenguaje no verbal de nuestros centros, debe ser una rutina continua para detectar en realidad los valores o antivalores que estamos proponiendo y sembrando. Junto a esto, el trabajo de los padres y representantes es de especial urgencia y transcendencia: lograremos muy poco si insistimos en determinados valores que no son compartidos o vividos por los padres. Hay que cambiar la mentalidad que considera a la escuela como el lugar donde los alumnos vienen a prender determinadas cosas, o pasar exámenes y materias y así ser promovidos de un grado a otro, para entenderla como lugar donde alumnos, maestros y representantes debemos analizar y construir los valores que queremos.
Algunos medios para educar con esta pedagogía
- Proyecto educativo en la línea de la igualdad.
- Plan de acción de cada Centro Educativo, con actividades concretas que favorezcan esta pedagogía.
- Proyectos de solidaridad, comunitariedad, proyección.
- Actitud permanente de acogida que propicie:
-Valoración y aceptación de las individualidades.
-La expresión libre en un clima de alegría, fraternidad y confianza.
-Relaciones interpersonales y democráticas: fundadas en la justicia, el amor, la solidaridad y la participación.
-Formación en los valores y en el rescate de la identidad.
Desde esta sabia advertencia, leemos el hecho educativo que desde mediados del siglo, ha sufrido un progresivo desplazamiento de la axiología, la ética, la concepción del hombre, por parte de las nuevas técnicas de comunicación.
Actualmente una cultura entre moderna y posmoderna y en este clima nos corresponde educar. Aunque no construyamos nuestro sistema educativo sobre los fundamentos de la postmodernidad, sí estamos actuando en su ambiente físico, analógico y cultural. Si bien no podemos asimilar pasivamente esa cultura , tampoco debemos ignorarlas, sino colocarnos críticamente frente a ella, invitando a educadores y educandos a juzgar y discernir los valores que merecen ser vivenciados y los que pueden comprometer su formación.
Entre los desafíos de Puebla destacamos: "La realidad educativa latinoamericana nos interpela por la exclusión de mucha gente de la educación escolar; nos interpela por la crisis de la familia, la primera educadora, por el divorcio existente entre el Evangelio y la Cultura; por las diferencias sociales y económicas que hacen que para muchos sea onerosa la educación católica. Nos interpela también la educación informal que se recibe a través de tantos comunicadores no propiamente cristianos". (Cf. Sto. Dgo. 267)
El Ministerio de Educación Venezolano, Prof. Antonio Luis Cárdenas en el IX Plan de la Nación dice: "La educación Venezolana ha devenido en un gigantesco fraude con respecto a las expectativas que el país ha colocado en ella en cuanto a instrumento de democratización, de progreso y de modernización de la sociedad". La educación no es un problema más, es el problema del país. Lo que de verdad importa es una educación total y de calidad, porque el recurso humano es lo que cuenta, los cerebros, las manos y los corazones. Esto es lo que hace grande a un país y satisface a su gente.
Visión Actual de esta Pedagogía. Hoy la desigualdad se expresa fundamentalmente en tres grandes bloques: la desigualdad socioeconómica, la desigualdad de género (hombre-mujer) y la desigualdad de raza.
1. La desigualdad Socioeconómica: se está profundizando cada vez más tanto a nivel de países (bloques Norte y Sur) como entre las diferentes capas sociales de un país. En Venezuela, cada vez es más grave la brecha entre un grupito de privilegiados y las mayorías empobrecidas y el creciente sector de los que sobreviven a duras penas.
En este contexto de desigualdad descarada y ofensiva hay que estar muy consciente de que el llamado a una pedagogía de la igualdad no sirve para justificar y mantener las desigualdades de hecho que existen en la sociedad. Tratar a todos los alumnos por igual, en una realidad descaradamente desigual, es seguir favoreciendo a los privilegiados (si yo le doy dos al que tiene ocho y le doy dos al que tiene tres, estoy manteniendo la desigualdad). En este sentido, una educación en y para la desigualdad supondría privilegiar a los que menos tienen y están en situación de inferioridad. En este sentido, la escuela debería privilegiar a los desfavorecidos tratando de dotarlos de los recursos y oportunidades que no tienen en sus hogares y que sí tienen los más favorecidos. (En este sentido), los Colegios que trabajan con personas empobrecidas deben procurar la misma calidad educativa e incluso mayor que aquellos que trabajan con personas más privilegiadas. Esto debe hacerse patente en la dotación del personal y recursos tanto económicos como humanos.
2. Desigualdad de Género: nuestra cultura es profundamente machista. Esto es evidente. En situaciones extremas, la mujer ha quedado relegada a mero objeto sexual y de reproducción. Está muy interiorizada la mentalidad que considera a la mujer como un ser inferior. A pesar de que últimamente hay más profesionales universitarias mujeres, es mínimo el porcentaje de mujeres que ocupan cargos directivos. Y siguen siendo bien pocos los hombres que ayudan a las tareas del hogar. La mentalidad machista ha sido con frecuencia asimilada por muchas mujeres que se convierten en las principales reproductoras de dicha mentalidad. De hecho, muchos juicios, creencias e imágenes mentales que atribuyen características específicas a cada sexo no se fundamentan con frecuencia en explicaciones de tipo biológico. Estas actitudes se consideran por lo tanto culturales y se llaman de "género", para distinguirlas de los que son propiamente biológicas.
La socialización de los géneros masculino y femenino se inicia en la misma familia: de las niñas se espera que sean sensibles, tiernas, comprensivas, mientras que de los niños se espera que sean extrovertidos, valientes, firmes en sus convicciones. Hasta la fecha no se ha determinado que estas cualidades sean propias de un determinado sexo, pero la gente las ve como naturales en uno y como raras en otro. La escuela, a su vez, continúa educando de manera diferente a niños y niñas mediante mecanismos invisibles (de los cuales no siempre somos conscientes) que contribuyen a reforzar la desigualdad de los sexos y a legitimar creencias que imperan en la sociedad. Estas funciones ocultas del sistema educativo se pueden manifestar de diversas formas como, por ejemplo, en algunos textos, las ilustraciones privilegian el rol de esposa o madre para la mujer y al varón se le ofrecen modelos de identificación más variados y hasta observamos que su rol en la familia es intrascendente. De un modo semejante, en los cuentos y relatos se observa que los niños con frecuencia son protagonistas mientras que las niñas cumplen papeles secundarios. La historia es prácticamente una historia masculina, de héroes y guerreros. La mujer entra como complemento del hombre, pareciera que su importancia estriba no en ser mujer, sino en ser la mujer de determinado hombre. Los ejemplos podrían multiplicarse. El mismo modo de enseñar a actuar como mujer está plegado con frecuencia de estos estereotipos.
3. Raza: El racismo es muchísimo más común de lo que creemos y aceptamos. La palabra "Indio" o "Negro" se usan con frecuencia como insultos, una aproximación al análisis de los personajes de las telenovelas, la excesiva admiración a los ojos azules o al cabello rubio, expresiones como "tiene el pelo malo" o los estereotipos de las reinas de belleza y las madrinas escolares, nos evidencian lo penetrados que estemos de actitudes racistas, aunque estamos prestos a declarar que no lo somos.
Educar para la igualdad supone educar para una valoración de las personas sin importar su ascendencia, lugar de origen, color de piel, o cualquier otro elemento físico o cultural que nos hace diferentes pero nunca superiores o inferiores. Para trabajar en la escuela este problema, se puede partir del análisis de las expresiones o actitudes de racismo que existen a nivel local y mundial, explicar el origen del racismo a partir del contexto histórico, y analizar las expresiones de sobre valoración de alguna raza (la europea, norteamericana) en particular.
Pistas de Actualización Educativa.
Los fundamentos de la Educación Popular y las enseñanzas de Marie Poussepin nos proporcionan elementos esenciales para llevar adelante esta pedagogía de la igualdad en nuestras Obras Educativas.
La Educación Popular traza algunas metas que podríamos resumirlas en una sola: Preparar y participar políticamente a los hombres de la nueva sociedad. Hombre cuyas características personales serán la creatividad, la capacidad crítica, la solidaridad y la inconformidad activa frente a la injusticia. Así, en lugar de formar "hombres de orden", formemos hombres para el cambio.
Los educadores nos preguntamos:
- ¿Pregonamos las maravillas de la democracia en unas relaciones escolares casi dictatoriales?
- ¿Cuántas veces sólo aceptamos aquel tipo de crítica que esté de acuerdo con nosotros?
- ¿Por qué le pedimos a los educandos que sean creativos en un clima escolar ganado por el fastidio, la rutina o la repetición?
Estamos llamados a vivir las recomendaciones pedagógicas de Marie Poussepin, "Tened mucha ternura y vigilancia respecto de las niñas que educáis. Tratad de haceros amar y respetar al mismo tiempo. Sed dulces sin debilidad, firmes sin dureza, graves sin altivez, corregid sin cólera." (R.G.) A través de:
- Un trato amable y comprensivo que no cansa al educando, sino que le hace sentir un ambiente de confianza.
- Relaciones horizontales que proporcionan el diálogo sencillo sin autoritarismo.
- Escucha de sus reclamos frente a la injusticia y de sus cuestionamientos frente a nuestras actitudes.
- Reconocimiento de los valores personales, sin propiciar la competitividad que subvalora y margina.
El hombre nuevo es el principal motivo y objeto de la Educación Popular. Partir del hombre real y no del que soñamos es nuestro primer paso. Partir de lo positivo y plantearnos los rasgos negativos como reto a superar, de tal forma que asumamos a la persona como ser histórico, capaz de mejorar, de recrearse y de crear con los demás la historia del mundo que lo rodea.
Los educadores nos preguntamos:
- ¿Cómo pensar en el hombre nuevo, en una sociedad bombardeada por el flagelo de la injusticia y la opresión?
- ¿Qué puede dar un educando que se forma al margen de los acontecimientos de la historia que lo rodea?
- ¿Les enseñamos a los educandos á leer la realidad, decir su palabra y escribir la historia de su liberación?
Marie Poussepin nos dice: "No demostréis menos amor a los pobres que a los ricos y sobre todo tened una gran preocupación de edificar igualmente el alma de unos y otros por vuestras palabras y vuestros ejemplos "(R.G.)
Como seguidores de Marie Poussepin estamos comprometidas a:
- Una educación sin preferencias ni exclusividades, tratando a todos los educandos como hijos de Dios, sin hacer prevalecer su clase social o su posición económica.
- Capacitación mediante la educación para el trabajo, como medio de sostenimiento de las clases menos favorecidas.
- Participación de los educandos en los organismos de la Comunidad Educativa, afirmando el sentido de pertenencia y de corresponsabilidad.
- Formación religiosa que mira los acontecimientos a la luz de la palabra y celebra los momentos especiales de la familia y del educando en un ambiente de fiesta y en igualdad de condiciones para todos.
Necesidad de esta Pedagogía. Somos conscientes que debemos superar nuestra actual sociedad capitalista que como estructura socioeconómica se fundamenta en la competencia, el individualismo y en la explotación del hombre por el hombre.
La sociedad del futuro que buscamos será tanto más valiosa y auténtica cuanto más favorezca "el desarrollo integral de la persona humana, el compromiso comunitario, la comunión fraterna y dialogante y el proceso de la participación popular" (Puebla).
La ley orgánica de Educación de Venezuela (Art. 3), nos dice: "La Educación tiene como finalidad fundamental el pleno desarrollo de la personalidad y el logro de un hombre sano, culto, crítico y apto para convivir en una sociedad democrática, justa y libre, basada en la familia como cédula fundamental y la valoración del trabajo; capaz de participar activa, consciente y solidariamente en los procesos de transformación social".
Debemos tener presente las principales expresiones de la postmodernidad, al tratar de la Pedagogía de la Igualdad. Porque educar en la posmodernidad es:
- Educar en un ambiente relativista: relativo del ser, de la razón y del valor.
- Educar en un estilo de vida centrado en el presente, en el momentáneo y en lo cotidiano.
- Educar en una generación sociológicamente individualista, hedonista y narcisista.
Educar para la igualdad equivale a educar para la justicia, la defensa de los derechos humanos y la solidaridad. Esto implica poner a los alumnos en contacto con la pobreza y el modo de vida de los marginados, analizar las causas y consecuencias de la miseria, tratar de ver la vida desde sus ojos (ayuda mucho poner a los alumnos en las situaciones en que deben vivir los demás para preguntarles cómo obrarían ellos), de modo que puedan comprometerse en una vida enfocada a buscar estructuras más justas, humanas y cristianas. Todo el curriculum, las actividades escolares, la organización... , debe estar penetrado de los valores que se buscan. Las materias de Sociales y Educación en la Fe deben replantearse desde la perspectiva de buscar un mundo levantado sobre genuinas bases de igualdad. Los estudios de casos, análisis de noticias y propagandas, comparaciones de sueldo y ganancias (hay personas que gastan en una fiesta o un vestido el salario de varios años de un obrero), contribuyen en buena medida a crear una conciencia orientada a la justicia y la igualdad. Educar en y para la igualdad supone, además, educar en y para la austeridad, el uso adecuado de los recursos, la ecología (en el mundo no soporta la cultura del derroche), la producción humana y la solidaridad.
Educar en y para la igualdad supone, en primer lugar, identificar los diferentes estereotipos de hombres y mujeres a los que nos hemos acostumbrado. Para ello, los docentes deben comenzar por hacer conscientes sus propios supuestos y esquemas sexitas en la vida y en la escuela. Mediante sociodramas o simulaciones se pueden mostrar para analizarlos, distintos tipos de familia donde la mujer asume un papel meramente sumiso y aquellas donde los trabajos del hogar y las decisiones se toman democráticamente. En esta misma línea se pueden analizar publicidades, revistas, programas de televisión, historietas, cuentos para ver qué valores identifican y promueven a la mujer. Hay que evitar describir a las mujeres por sus atributos físicos, y a los hombres por su profesión e inteligencia. Ni qué decir que es imprescindible trabajar con los padres sobre la necesidad de implicarse en la educación de los hijos y las hijas y en las responsabilidades de la familia y el hogar.
Si bien es cierto que la escuela no va a cambiar la sociedad es evidente que puede reafirmar o constatar valores dominantes que no promueven la igualdad, la justicia y el respeto a los demás. Hacer explícito el "curriculum oculto" de un sistema educativo puede ser un paso importante en la búsqueda de un modelo de sociedad democrática y cooperativa en la que las mujeres puedan lograr su autonomía y los hombres puedan sentir que no solo en ellos recae la responsabilidad de construir un futuro. Educar en y para la igualdad supone, como ya apuntamos, educar en y para unos determinados valores. Para ello, no basta proclamarlos, desearlos o proponerlos, ni decir que los queremos.
Es un reto que enunciamos, y debemos asumir una actitud reflexiva, crítica y radicalmente opuesta, a todo aquello que refuerza los antivalores que queremos evitar. En esto hay que ser muy coherentes y evitar que por un lado vayan nuestros discursos y proclamas y por el otro el lenguaje no verbal de nuestros centros, debe ser una rutina continua para detectar en realidad los valores o antivalores que estamos proponiendo y sembrando. Junto a esto, el trabajo de los padres y representantes es de especial urgencia y transcendencia: lograremos muy poco si insistimos en determinados valores que no son compartidos o vividos por los padres. Hay que cambiar la mentalidad que considera a la escuela como el lugar donde los alumnos vienen a prender determinadas cosas, o pasar exámenes y materias y así ser promovidos de un grado a otro, para entenderla como lugar donde alumnos, maestros y representantes debemos analizar y construir los valores que queremos.
Algunos medios para educar con esta pedagogía
- Proyecto educativo en la línea de la igualdad.
- Plan de acción de cada Centro Educativo, con actividades concretas que favorezcan esta pedagogía.
- Proyectos de solidaridad, comunitariedad, proyección.
- Actitud permanente de acogida que propicie:
-Valoración y aceptación de las individualidades.
-La expresión libre en un clima de alegría, fraternidad y confianza.
-Relaciones interpersonales y democráticas: fundadas en la justicia, el amor, la solidaridad y la participación.
-Formación en los valores y en el rescate de la identidad.
- Formas graduales de participación en la planificación, en la toma de decisiones, en la acción y en la administración colegiada.
-Uso de la dinámica de la acción reflexión y del trabajo en equipo: descubrir y construir el saber en forma cooperativa.
Conclusiones
Según la pedagogía de la igualdad y al estilo de Marie Poussepin, Hombre Nuevo, será aquel que consciente de sí mismo y de su proceso de liberación personal hacia un desarrollo pleno de sus capacidades, viviendo profundamente los valores cristianos, especialmente de los del amor fraterno y la justicia, desarrollando actitudes de autonomía e independencia crítica y de responsabilidad; sea solidario con el mundo de miseria y de injusticia que le rodea, se comprometa seriamente con los demás en actitudes de servicio; y se convierta en agente de cambio para lograr una sociedad en marcha dentro de un nuevo orden social, económico, político y religioso.
Provincia del Caribe
-Uso de la dinámica de la acción reflexión y del trabajo en equipo: descubrir y construir el saber en forma cooperativa.
Conclusiones
Según la pedagogía de la igualdad y al estilo de Marie Poussepin, Hombre Nuevo, será aquel que consciente de sí mismo y de su proceso de liberación personal hacia un desarrollo pleno de sus capacidades, viviendo profundamente los valores cristianos, especialmente de los del amor fraterno y la justicia, desarrollando actitudes de autonomía e independencia crítica y de responsabilidad; sea solidario con el mundo de miseria y de injusticia que le rodea, se comprometa seriamente con los demás en actitudes de servicio; y se convierta en agente de cambio para lograr una sociedad en marcha dentro de un nuevo orden social, económico, político y religioso.
Provincia del Caribe
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