lunes, 18 de octubre de 2010

RESPETO- OCTUBRE




Mini-relato: Las lágrimas de la Luna
Fuente: www.valores.com.mx

Las lágrimas de la Luna

La mezcla de sabores con el abundante jugo que brota al morderla son deliciosos en tiempo de calor… Con seguridad a la salida de la escuela has disfrutado una fresca rebanada de jícama aderezada con gotas de limón, sal y chile piquín. Pero quizá no sabes que esta raíz es de origen mexicano y ya era muy apreciada por los pueblos indígenas prehispánicos. Una leyenda purépecha explica así su origen.

Curicaueri, el Sol, se casó con Xaratanga, la Luna. Él amaba el oro y se adornaba con joyas de ese metal: diademas, anillos y collares tan resplandecientes como él. Ella amaba la plata, semejante a sus destellos nocturnos, y contaba con una colección de alhajas que los recordaban de día. Los dos se amaban y siempre querían estar juntos. Por eso a veces los días y las noches eran demasiado largos y comenzó a reinar un gran desorden en el mundo.

La Madre Naturaleza no podía permitir que las cosas siguieran de esta manera y los llamó para regañarlos. “Tú eres responsable de alumbrar los días y hacer que las plantas germinen y crezcan”, le recordó al Sol. “A ti te toca vigilar que todo quede en sombras para que las personas descansen”, le dijo a la Luna. “Pero ninguno ha respetado mis instrucciones y por eso tendré que separarlos”.

Xaratanga le pidió que se compadeciera de ella, Curicaueri le rogó que no los separara, pero la Madre Naturaleza fue inflexible: “Comprendo lo mucho que se aman, pero más importante que su amor es la misión que les encargué y el respeto que le deben a los seres vivos que dependen de ustedes.” Xaratanga y Curicaueri le suplicaron por última vez pero la Madre Naturaleza ignoró sus palabras y los dejó solos.

Al ver lo triste que estaba su esposa Curicaueri le habló con ternura: “Nuestro amor no estará nunca en riesgo. De día yo saldré a iluminar los bosques y los mares y tú veras cómo brillo a través de la ventana de nuestras casas. Cuando yo regrese al hogar por la noche y vea que no te encuentras ahí, me sentiré feliz al saber que estás recorriendo los cielos rodeada de estrellas más hermosas y nobles que tus joyas.” Ella escuchó con atención estas palabras y le respondió: “Tienes razón. Quizá si respetamos nuestra misión la Madre Naturaleza permita que, de vez en cuando, tu brilles detrás de mí y que yo aparezca de repente, en pleno día”.

Conmovida por lo que estaban viviendo, Xaratanga abrazó a su esposo y comenzó a llorar. Una de sus lágrimas recorrió el espacio, cruzó las nubes, atravesó las copas de los árboles y se sumergió en la tierra del Valle de México. Allí, en lo más profundo, echó raíces y se convirtió en la primera jícama de carne tan brillante, perfumada y dulce como el llanto de la Luna.

—Adaptación del relato purépecha referido por Otilia Meza en su libro Leyendas prehispánicas mexicanas.

Para reflexionar

•¿Te parece que la Madre Naturaleza fue justa? ¿Consideras excesivo el castigo que dio a Xaratanga y Curicaueri?

•¿Piensas que la obediencia es una forma de respeto?

•¿Qué pasaría si, por seguir nuestros sentimientos olvidamos nuestros deberes?

•¿El amor y el respeto son opuestos o pueden complementarse?

De la sabiduría popular

Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto.
Quienes tienen una posición de mando (incluyendo a padres y maestros) deben conducirse con corrección para que quienes están a su cargo mantengan su respeto por ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario