lunes, 18 de octubre de 2010

Equidad. FEBRERO

Mini-relato: La machincuepa
Fuente: www.valores.com.mx

Allá por 1714 llegó a México el español don Mendo de Quiroga y recibió grandes honores, pues poseía una inmensa fortuna y sopeaba su pan en el chocolate del virrey. Sin embargo, estaba enfermo, sufría dolores y se desquitaba con los demás, pues los consideraba menos que él. Cuando trataba con los sirvientes de su mansión les gritaba “¡Inútiles! ¡Ineptos! ¡Buenos para nada!” y nadie quiso seguir trabajando con él.

Por la misma época su sobrina doña Paz, que vivía en Madrid, quedó huérfana. Don Mendo pensó en traerla a México para que lo atendiera. Semanas después, procedente del Puerto de Veracruz, doña Paz entró a la casa de su tío, quien quedó asombrado por su belleza y elegante ropa.

Sin embargo, era tan orgullosa y altiva como él. Cuando don Mendo le pedía un favor o cuidado especial, doña Paz le gritaba “¡Inútil! ¡Inepto! ¡Bueno para nada!”. Si hubiera tenido medios para hacerlo, se hubiera ido de allí, pero esperaba que su tío muriera pronto y le heredara su fortuna.

Pasaron los meses y el anciano expiró. Hipócrita como era, doña Paz lloró y vistió de luto, pero nadie le creía. Como suponía que iba a ser dueña de una enorme cantidad era tremenda con sus pretendientes y los despachaba con palabras como “mequetrefe”, pues los consideraba poco para ella.

Llegó el día de la lectura del testamento y doña Paz apareció en la oficina del notario ancha como un pavo real. Éste le dijo: “Doña Paz, su tío le ha dejado todo pero…” Antes de que terminara de hablar doña Paz comentó: “Claro, sabía que todo sería para mí, la mejor de todas.”

“No tan rááááááápido doña Pachis —dijo el notario— hay una condición que usted debe cumplir para recibir la herencia. Su tío indica que en el centro de la Plaza Mayor se coloque un tablado, que un grupo de jaraneros alegre a la multitud con sus guitarras y voces, y que a la vista de todos usted dé una gran maroma, o sea una ma-chin-cue-pa”.

Al escucharlo doña Paz se desmayó del asco. Pero su ambición era tan grande que aceptó seguir las instrucciones del tío. Una tarde llegó a la Plaza Mayor y bajó de su carruaje. Cuando subió al tablado vio que entre el público estaban todas las personas que ella y su tío habían humillado. Al ritmo de los jaraneros comenzó a hacer sus ridículas acrobacias. Se desgarró el vestido y se deshizo el chongo mientras el público le gritaba: “¡Inútil! ¡Inepta! ¡Buena para nada!” y le lanzaba fruta fresca de la estación.

Cuando acabó el espectáculo, doña Paz volvió casa. Tenía más de tres millones de pesos, haciendas, joyas y riquezas inmensas… pero después de aquel ridículo nadie volvió a visitarla. Regresó a España donde vivió soltera y triste hasta una edad muy avanzada.

—Adaptación de una leyenda colonial

Para reflexionar

•¿Quién despreció a quién en este cuento?
•¿Consideras que una mujer bella y elegante vale más que las otras personas? ¿Por qué?
•¿Consideras que un anciano enfermo vale menos que las otras personas? ¿Por qué?
•¿Consideras que los empleados que realizan tareas sencillas valen menos que los demás? ¿Por qué?
•¿Hay alguien en este cuento que haya pensado en el bien de los demás?

De la sabiduría popular

Todos somos del mismo barro.

Los seres humanos estamos hechos de la misma materia y, por eso, somos iguales, a pesar de las diferencias aparentes.

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